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miércoles, 11 de diciembre de 2013

AMAR VERSUS SOPORTAR A MI PAREJA

En el día a día de la actividad psicoterapéutica es muy común la presencia de muchas mujeres que se dan cuenta y se atreven a consultar por el hecho de estar inmersas en una relación, donde es mayor el sufrimiento y la angustia que el placer de convivir con otra persona. Relaciones que se desarrollan en un clima de celos, gritos, reproches, insultos y hasta maltratos físicos, seguidos en el mejor de los casos, de un arrepentimiento o perdón para luego repetir una y otra vez el mismo guión de la insana relación.

En ese darse cuenta escuchamos afirmaciones como “se que debo dejarlo pero no puedo”, “el problema es que lo amo mucho”, “estoy segura que él me ama, pero tiene problemas y no quiere recibir ayuda” y muchas otras parecidas, que encierran a la persona en una angustia mayor por saber que las cosas andan mal pero no sabe qué y cómo hacer para que cambien.

En nuestra cultura era fácil entender que en una relación de pareja las responsabilidades siempre estuvieron predestinadas a que el hombre se encargara del trabajo fuera de la casa en búsqueda del sustento económico para la familia, mientras que la mujer aceptaba el trabajo no menos importante y mucho más exigente de llevar las actividades del hogar, aceptando como parte de su razón de ser el título de “Ama de Casa”. Esa situación se prestó con mucha frecuencia a situaciones de abuso de parte del hombre como “proveedor” sobre una mujer insegura, en una relación de dependencia que podía hasta justificar que muchas mujeres aceptaran y se acostumbraran a vivir soportando maltratos, infidelidades y otros abusos, dado que su preparación en la mayoría de los casos no le permitía acceder a una actividad laborar en igualdad de condiciones.

Hoy, a pesar que la historia ha cambiado y podemos ver a la mujer inmersa en todo tipo de actividades profesionales, incluyendo aquellas que siempre fueron reservadas para los hombres, cuesta un poco más entender como sigue siendo muy alto el número de mujeres que aceptan vivir sufriendo en este tipo de relaciones tormentosas, sintiendo que dan mucho para lo poco que reciben a cambio, o peor aún para recibir solo maltratos y vejaciones.

Culpemos al amor:
Como también es común en nuestra cultura, alguien o algo ha de hacerse responsable o culpable por las cosas que nos suceden. Así que ¿por qué no atribuirle al “amor” esa razón que lleva a una persona a sufrir?
Si bien es cierto que el amor es un sentimiento y como tal se pudiera afirmar que no está sujeto al control racional, quién ha dicho que a cuenta del amor ha de aceptarse el sufrimiento. Una cosa es amar y otra cosa es que a cuenta del amor se lleguen a tolerar situaciones que van en contra de la misma integridad de los seres humanos. Amar y tolerar no son sinónimos, tolerar es una decisión de aguantar, de soportar, de resistir una carga. Si el amor es así de pesado, bien vale la pena decidir no cargarlo y acabar con la relación, de lo contrario las consecuencias irán empeorando y se hará cada vez más difícil romper ese círculo vicioso.

Perder el Objetivo:
Dos preguntas me gusta precisar cuando hablo con una persona que inicia y decide mantener una relación de pareja: ¿para qué decidió vivir en pareja? y como consecuencia y en concordancia con la respuesta ¿qué significa para ella una relación sana?. En otras palabras, como cito en mi artículo “¿Hasta que la muerte nos separe?”, siempre que decidimos vivir en pareja es porque tenemos un proyecto de vida en el cual queremos tener a nuestro lado a alguien para compartir nuestra vida y generalmente para construir una familia, y en ese proyecto también aspiramos que la relación con esa otra persona a quien hemos elegido para tal proyecto, nos brinde amor, compañía, presencia, respeto, disfrute, hijos, solidaridad, etc.
Sin embargo y a pesar que las respuestas suelen coincidir en el objetivo citado, la realidad nos enfrenta con relaciones donde hay sexo pero no hay placer, hay compañía pero no hay respeto, hay hijos pero no hay un compartir, hay desequilibrio en las responsabilidades y poca solidaridad.¿hay amor?. Lo que si es seguro encontrar son sentimientos de rabia, ansiedad, impotencia, desesperación, desvalorización, falta de confianza y frustración.

Teniendo claro el objetivo y cómo es el camino, entonces es fácil determinar cuando estamos en el barco equivocado y en consecuencia darnos cuenta que el destino será distinto al originalmente trazado. O el capitán vira el curso o nos toca cambiar de barco.

Algunas consideraciones que llevan a la aceptación:
Cuando interactuamos con personas que están viviendo en este tipo de relaciones que podemos llamar insanas o tormentosas, encontramos que hay ciertas características que se repiten, destacándose y generalmente combinadas, el poco amor a sí mismos, las creencias, los miedos, la defensa del machismo y por supuesto la propia responsabilidad de encarar y asumir los riesgos involucrados en toda decisión.

La baja autoestima: No es difícil encontrar que el elemento de mayor peso que lleva a una persona a aceptar este tipo de relaciones, tiene que ver con el valor que se ha dado a sí misma, al extremo de creer que no será capaz de encontrar otra persona que pueda valorarla y quererla. De esta manera se encuentra con alguien que se encarga de llenarla de críticas, insultos y toda clase de mensajes negativos que son asumidos como auténticos en su muy deteriorada autoestima. Al extremo que no sabría que hacer cuando se presenta otra persona que contradice los juicios negativos que tiene sobre sí misma.

Las creencias: A través de la historia individual las personas venimos recibiendo mensajes y viviendo experiencias que dan lugar a generalizaciones que se transforman en las “verdades” de la vida par cada quien. Solemos escuchar a mujeres afirmando creencias como “ya no hay hombres disponibles, o están casados o son homosexuales”, “si me cela es porque me quiere”, “el amor lo puede todo y se que cambiará”, “en toda relación hay uno que ama más”, “hay que sacrificarse por los hijos”, etc. Si a estas creencias le sumamos la baja autoestima, obviamente será muy difícil enfrentar los miedos que se conectan a la pérdida de la relación.

Los miedos: Evidentemente el miedo que se presenta tiene que ver con el miedo a la soledad y el temor de no ser capaz de conocer a otra persona que le brinde una sana compañía. Y en casos más patológicos el miedo ante amenazas de agresión a la pareja o a sí mismo, llegando en estos casos a la coerción a través de constantes amenazas utilizando el miedo para controlar a la otra, como el caso de amenaza de suicidio si lo dejan, que la va a dejar de querer, que va a contar sus secretos, etc.

El llamado machismo: Por supuesto también unido a las variables anteriores, donde encontramos a una mujer que ha vivido aprendiendo que el hombre tiene derechos que ella no posee. Creciendo en una sociedad que sigue reforzando al machismo, empezando por la misma mujer que lo critica, pero que educa a sus hijos quitándoles toda responsabilidad en el hogar por ser cosas de mujeres y hasta delegándolas en las hermanas. Donde se celebra que el hijo varón tenga más de una novia y hasta le llegan a expresar abiertamente a las hijas que “a los hombres hay que aguantarles muchas cosas” trasladándole a esas hijas el miedo e indecisión que han llevado en su propia relación.


La responsabilidad: Desde mi juicio el elemento más importante en esta situación es aceptar responsablemente que todos tenemos el poder para realizar un cambio, que es absolutamente falsa la idea de que podemos cambiar a la pareja. De ese cambio sólo él podrá hacerse responsable.


¿Qué hacer?:
Sí como hemos visto, las razones fundamentales que llevan a una persona a aceptar este tipo de relaciones insanas y tormentosas tiene su base en la autoestima, el miedo y las creencias, es lógico también suponer que el proceso empieza por la reflexión de la persona sobre el valor que se tiene a sí misma, y que ha de comenzar un trabajo individual que la ayude a desarrollar una autoestima sana, que la persona aprenda a valorizarse íntegramente, que se sensibilice frente a sí misma, que despierte su asertividad y su autorespeto. Un trabajo que también la ayude a encontrar y modificar las creencias que se esconden como verdades en su impresión de la vida y por supuesto aclarar sus miedos que son en definitiva los que ha de enfrentar con valor, entendiendo que esta emoción o sentimiento es imposible no sentirlo ante cualquier incertidumbre que acompaña todo proceso de cambio.
En otras palabras, es fundamental sanar heridas propias antes de intentar sanar las de la relación, de lo contrario se pondrán solo parches o se recaerá en otra relación de características similares.
Si ya se ha dado cuenta que está soportando a su pareja, en lugar de amándolo, lo mejor es actuar. Si ha hecho todos los intentos con pocos o nulos resultados, es momento de convencerse que la relación no va en el rumbo deseado y lo mejor es terminarla y vivir el dolor de la pérdida, que con toda seguridad lo sanará el tiempo y se abrirá el camino para una nueva y sana relación.

Cuando el juego es de los dos:
Igualmente estamos ante una relación insana cuando ambos en la pareja se han acostumbrado al juego de vivir en el maltrato, las peleas frecuentes y por tontos motivos, gritos e insultos, celos, distanciamiento y silencios entre ellos, en fin, aquellas cosas muy distintas a las que planearon en su objetivo de vivir en pareja.
Siempre es importante darnos cuenta que para jugar se necesitan dos. Por lo tanto el darse cuenta debe venir acompañado con el retiro del juego. Aquí si se puede plantear que además del trabajo individual ambos estén de acuerdo en buscar quien los ayude a encontrar el retorno al camino, o en algunos casos a canalizar sanamente la inevitable separación.




LAS EMOCIONES Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Todo el comportamiento de los seres humanos tiene su fundamento en tres dominios principales, a saber: el lenguaje, el cuerpo y las emociones. En consecuencia, lo que hablamos, lo que sentimos y nuestra corporalidad deben mantener una coherencia. Si estamos alegres, nuestras expresiones verbales y nuestra expresión corporal denotarán tal alegría. Si estamos tristes, por el contrario nuestras expresiones verbales y nuestra expresión corporal también van a reflejar esa tristeza.



Este artículo lo dedicaremos al dominio de las emociones. Primero tratando de entender su definición e impacto en los seres humanos y luego el planteamiento de la forma como abordarlas que nos presenta la Inteligencia Emocional:



Emoción y Estado Emocional

El término emoción viene de la raíz inglesa Movimiento “motion” y no es más que una respuesta que damos ante un estímulo o evento determinado, bien sea éste externo, o incluso interno, como por ejemplo un recuerdo o una idea.



En este aspecto es importante destacar que las emociones sencillamente ocurren, no es voluntario el acto de generarlas. Sin embargo, puede suceder que, que a diferencia de una reacción, nos encontremos ante una predisposición para actuar, en cuyo caso decimos que estamos ante un Estado Emocional o más comúnmente un Estado de Animo.



De manera que las emociones tienen la característica de ser específicas y reactivas ante un determinado evento y la forma como desde nuestra experiencia procesamos tal evento. Es decir, son una respuesta ante un acontecimiento determinado, por ejemplo ante un grito podemos reaccionar con miedo, sorpresa, rabia, curiosidad. Por otra parte los Estados de Animo, son emociones que se instalan a partir de su permanencia a través del tiempo, no dependen de un acontecimiento específico, sino que diversos acontecimientos pasados, traumas, experiencias que han influido para que la persona esté dando esa respuesta emocional.



Cómo impactan las emociones a las personas

El impacto de las emociones en los seres humanos no es consecuencia, como muchas veces solemos leer, del carácter positivo o negativo de la emoción. Por definición no existen emociones positivas o negativas. Las emociones por sí mismas no tienen esa distinción. Es lo que hacemos o cómo somos afectados por las emociones lo que en todo caso le dará un contenido positivo o negativo. Por tanto vale destacar:

1.- la turbulencia del panorama actual origina una serie de emociones en los individuos que se ven reflejadas en la familia, en las organizaciones y en la sociedad en general.

2.- Dado el resultado positivo o negativo que se puede desencadenar, las emociones y los comportamientos que las pueden suceder imprimen en la familia, las organizaciones y la sociedad características diversas, que pueden ser favorables o adversas.

3.- La intensidad de una emoción puede también ser preponderante. Por ejemplo el miedo puede manejarse positivamente y generar respuestas inteligentes, pero si se presenta en exceso puede producir una parálisis parcial o total de las acciones del individuo. También se puede tomar el caso de la ira, un sentimiento que experimenta el individuo como resultado de frustraciones y que puede manejarse desde un punto de vista positivo para alcanzar los objetivos de desarrollo personal e incluso organizacional; sin embargo, cuando la ira deja de ser transitoria, o se reprime y se convierte en resentimiento, genera conflictos interpersonales que pueden afectar muy negativamente el entorno familiar, organizacional o social.


La importancia del autoconocimiento

¿Cómo está usted? es una pregunta importante, tanto si nos la hacemos a nosotros mismos como si nos la formulan otros. ¿Cómo está usted? nos pide que seamos capaces de describir nuestros sentimientos con palabras, que les coloquemos unas etiquetas que reflejen su variedad.
Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor. ¿Por qué es importante hacerlo? Porque su estado anímico influencia en gran medida lo que usted haga. Cuando usted está triste, se mostrará retraído. Cuando está contento, derrochará buen humor. Pero si usted no sabe cómo está, entonces tampoco sabe cuál es su forma de actuar más probable, y por tanto, no estará seguro de cómo ponerla en práctica.



La Inteligencia Emocional

Como seres humanos que somos, es imposible pensar que podamos vivir sin emociones. Las sentimos, enfrentamos y experimentamos como seres individuales y las percibimos y enfrentamos en todas las personas con las que nos toca compartir, desde la familia, la organización donde trabajamos, el taxista, el restaurant, etc.

El término Inteligencia Emocional precisamente se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo, y a la vez poder entender que los otros también son seres emocionales y saber manejarse asertivamente con las emociones de los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.

El término de Inteligencia Emocional, que surge a difusión con el famoso libro de Daniel Goleman “La Inteligencia Emocional”, 1995, se apoyó fundamentalmente en la teoría de ‘las inteligencias múltiples’ del Dr. Howard Gardner, 1983, de la Universidad de Harvard, quien plantea que las personas tenemos 7 tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes rasgos, estas inteligencias son:

Inteligencia Lingüística: Es la inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y con las palabras.
Inteligencia Lógica: Tiene que ver con el desarrollo del pensamiento abstracto, con la precisión y la organización a través de pautas o secuencias.
Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las habilidades musicales y ritmos.
Inteligencia Visual - Espacial: La capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y poder establecer relaciones de tipo metafórico entre ellos.
Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento tanto corporal como el de los objetos, y los reflejos.
Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de establecer relaciones con otras personas.
Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo y todos los procesos relacionados, como autoconfianza y automotivación.

Estas dos últimas categorías son precisamente la clave de la hoy llamada Inteligencia Emocional:

"La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una capacidad para sentir distinciones entre los demás: contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado..." Y a la Inteligencia Intrapersonal como "el conocimiento de los aspectos internos de sí mismo: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar y orientar la propia conducta..."


Las Competencias que determinan la Inteligencia Emocional

Daniel Goleman, distingue cinco habilidades prácticas, que son la clave para determinar el “nivel” de de la Inteligencia Emocional, cuyas habilidades se apoyan en diversas competencias que tienen o pueden desarrollar los individuos en el camino a ser emocionalmente más inteligentes. Estas capacidades son:


Autoconciencia: Implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Las competencias emocionales que dependen de la autoconciencia son:
Conciencia emocional: Identificar las propias emociones y los efectos que pueden tener.
Correcta autovaloración: Conocer las propias fortalezas y sus limitaciones.
Autoconfianza: Un fuerte sentido del propio valor y capacidad.

Autorregulación: Se refiere a manejar los propios estados de ánimo, impulsos y recursos. Las competencias emocionales que dependen de la autorregulación son:
Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los impulsos.
Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.
Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño laboral.
Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.
Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y las nuevas situaciones.


Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.
Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.
Compromiso: matricularse con las metas del grupo u organización.
Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.
Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.


Empatía: Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los otros.
Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y perspectivas de los compañeros de trabajo.
Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo del resto y reforzar sus habilidades.
Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades reales del cliente.
Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades laborales a través de distintos tipos de personas.
Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales del grupo, así como el poder de las relaciones entre sus miembros.

Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:

Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.
Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.
Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten dentro del equipo de trabajo.
Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en su conjunto.
Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.
Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.
Colaboración y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas compartidas.
Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia para la persecución de metas colectivas.

Es importante acotar para cerrar, que si bien es cierto que muchas personas tienen muy bien desarrolladas estas habilidades, todos podemos entenderlas y proponernos a desarrollarlas y/o mejorarlas.

Estrés

Probablemente, todos hemos sentido estrés. A veces es por un momento breve y debido a alguna situación, como estar en un tráfico pesado. Otras veces, es más persistente y complejo como cuando tenemos problemas con nuestras relaciones, algún miembro de la familia está enfermo o debido a la muerte del cónyuge. A veces el estrés nos puede motivar a lograr ciertas tareas.

Estrés Peligroso

El estrés es peligroso cuando interfiere con su habilidad de vivir una vida normal por un período extenso de tiempo. Usted puede sentirse "fuera de control" y no tener idea de lo que debe hacer, aún si la causa es relativamente insignificante.Esto a su vez puede causarle que usted esté continuamente fatigado, no se pueda concentrar o esté irritable en situaciones normalmente tranquilas. El estrés prolongado puede aumentar cualquier problema emocional que haya surgido de eventos traumáticos en su pasado, e incrementar pensamientos suicidas.


Reacciones Naturales

El estrés también puede afectar su salud física debido a los mecanismos internos de respuesta que tiene el cuerpo humano. Usted puede sudar con tan solo pensar en una fecha importante, o sentir que su corazón se acelera mientras mira una película de miedo. Estas reacciones son causadas por hormonas que los científicos creen ayudaron a nuestros antepasados a lidiar con las amenazas e incertidumbres del mundo en que vivían.


Si la causa de su estrés es temporal, los efectos físicos usualmente son de corta duración. En un estudio, la presión de tomar exámenes aumentó el grado de acné entre estudiantes de universidad, independientemente de cómo se alimentaron o durmieron. La condición disminuyó después que pasaron los exámenes. El dolor abdominal y la irregularidad también han sido relacionados con el estrés situacional.


Mientras más tiempo su mente se sienta estresada, más tiempo su sistema de reacciones físicas se mantendrá activado.Esto puede llevarle a mayores problemas de salud.


Desgaste Físico


El dicho que el estrés envejece a una persona más rápido que lo normal fue recientemente verificado en un estudio de mujeres que habían pasado muchos años cuidando niños incapacitados o muy enfermos. Debido a que sus cuerpos no fueron capaces de regenerar completamente las células sanguíneas, se encontró que estas mujeres eran físicamente diez años mayores que su edad cronológica.


Reacciones al estrés a largo plazo pueden alterar el sistema inmunológico del cuerpo en formas que están asociadas con otras condiciones de envejecimiento como son la fragilidad, descenso en funcionalidad, enfermedad coronaria, osteoporosis, artritis inflamatoria, diabetes tipo 2, y algunos tipos de cáncer.


Las investigaciones también sugieren que el estrés imposibilita la capacidad del cerebro de bloquear ciertas toxinas y otras moléculas más grandes, potencialmente dañinas. Esta condición también es común en pacientes que sufren la enfermedad de Alzheimer.


Puntos de Presión

Aunque el estrés emocional que surge sorpresivamente, ha sido relacionado con la disfunción severa del corazón en personas normalmente saludables, los científicos no están seguros si el estrés crónico por si solo causa enfermedad del corazón. Lo que si está claro es que el estrés excesivo puede empeorar factores de riesgo existentes como la hipertensión y altos niveles de colesterol. Los estudios también demuestran que las personas que reaccionan con coraje o que exhiben hostilidad frecuente--una conducta común en los que están bajo estrés--tienen un riesgo mayor de padecer una enfermedad del corazón.


Sentimientos de desesperación que acompañan al estrés pueden fácilmente tornarse en depresión crónica, una condición que le lleva a descuidar una dieta balanceada y hábitos de actividades. Esto a su vez, le puede aumentar el riesgo de llegar a tener un ataque al corazón, obesidad y disfunción renal.


El estrés también puede complicar su habilidad de recuperación en caso de una enfermedad seria. Un estudio sueco encontró que las mujeres que han sufrido ataques al corazón tienden a tener menos oportunidades de recuperación si también se encuentran experimentando estrés matrimonial como la infidelidad, el abuso de alcohol, o la enfermedad física o psiquiátrica de la pareja. De otra parte, el adiestramiento en el manejo del estrés es un método probado para ayudar a una recuperación rápida luego de un ataque al corazón.




Qué puede hacer

Aprender a lidiar con el estrés efectivamente es un esfuerzo que vale la pena, aún si usted ya se considera capaz de manejar cualquier situación que la vida le presente.


Muchos de los estresantes más comunes a largo plazo (enfermedad en la familia, recuperación de heridas, presiones de trabajo) surgen muchas veces de forma concurrente y sin previo aviso.


El manejo del estrés es particularmente valioso si su familia tiene historia de hipertensión y otras formas de la enfermedad del corazón.

  • Identifique la causa. Usted puede encontrar que su estrés surge de algo que es fácil de corregir. Un psicólogo puede ayudarle a definir y analizar estos estresantes y a desarrollar un plan de acción para lidiar con ellos.
  • Vigile sus estados de ánimo. Si usted se siente estresado durante el día, escriba qué lo causó, junto con sus pensamientos y estado de ánimo. Nuevamente, usted puede encontrar que la causa es menos seria de lo que pensó en primera instancia.
  • Haga tiempo para usted al menos dos o tres veces a la semana. Aún diez minutos al día de "tiempo personal" le puede ayudar a refrescar su visión mental y reducir o detener los sistemas de respuesta al estrés que tiene su cuerpo. Apague el teléfono, pase tiempo solo/a en su habitación, haga ejercicios, o medite con su música favorita.
  • Aléjese por un momento de la situación cuando siente coraje. Antes de reaccionar, tome tiempo mentalmente para calmarse, contando hasta diez. Entonces observe la situación nuevamente. El caminar u otras actividades físicas le ayudarán a liberar presión.
  • Analice su horario. Estudie sus prioridades y delegue las tareas que pueda. Por ejemplo, ordene comida fuera después de un día fuerte, comparta responsabilidades en el hogar. Elimine tareas que debería hacer pero no son indispensables.
  • Establezca estándares razonables para usted y los demás. No espere perfección.

lunes, 2 de diciembre de 2013

autoestima





EL PODER DE LA AUTOESTIMA

Es muy común escuchar frases acerca de cuan alta o baja tiene la autoestima una persona, un ser allegado o nosotros mismos, generalmente sin prestar mucha atención a tales afirmaciones y por ende, sin darle la importancia respectiva, a pesar que la autoestima pueda tener la incidencia más significativa para el éxito o el fracaso, así como su enorme influencia en los sentimientos de una persona. De allí que conocer, entender, cultivar y desarrollar la autoestima reviste una importancia relevante para todas las personas y vale la pena dedicar unas líneas a este interesante tema del comportamiento humano.

El término Autoestima se refiere al valor (justo o no) que tiene la persona sobre sí misma, en relación con sus competencias, habilidades y personalidad como tal. A su vez este concepto está profundamente asociado con la comunión del individuo consigo mismo y con los demás. Se ha llamado a la autoestima la clave del éxito personal, porque ese “sí mismo” a veces está oculto y sumergido en la inconsciencia o en la ignorancia.

El origen de la autoestima se relaciona con el nacimiento de la persona y el conjunto de experiencias que rodean ese acontecimiento, lo cual está vinculado con la estructura experiencial del individuo o imagen del “yo” (autoimagen). Esta imagen no es otra cosa que la individualidad humana a partir de donde se manifiestan las dimensiones emocional, física, intelectual, interpersonal y social de la persona. De la calidad de este proceso estructural acumulativo de la experiencia se construye el autoconcepto que se verá matizado por el amor, el respeto, el apoyo, el odio, el castigo y el abandono. En consecuencia, esa conformación de la autoestima tendrá ese matiz definido por niveles alto, medio o bajo.

Algunas personas se ven a sí mismas como inteligentes, simpáticas, seguras competentes, creativas, exitosas, etc. mientras otras por el contrario se perciben como fracasadas, incompetentes, mediocres, inseguras, conformistas, etc. Pudiendo en ocasiones esa imagen corresponderse o no con la realidad. De manera que hay gente que tiene un alto concepto de sí mismas y otras que tienen un bajo concepto de sí mismas.

La realidad es que todos tenemos un potencial que puede ser truncado por nosotros mismos o impulsado a su desarrollo. La autoestima es la fuerza que le da sentido y dirección a ese desarrollo, es la que potencia o limita nuestras capacidades.

Es importante destacar que la autoestima nada tiene que ver con la vanidad. Una autoestima alta no es pensar que yo soy lo que no soy, es saber realmente quien soy, conocer y aceptar que hay aspectos en los que tenemos ciertas capacidades y otros en los que no las tenemos. La clave está en olvidarnos de la búsqueda de aprobación y dejarnos ser en nuestra forma más auténtica, de manera que nuestra confianza en nosotros mismos pueda evolucionar y se puedan reconocer los frenos y bloqueos que impiden nuestro crecimiento y desarrollo. Se trata entonces de hacer conciencia de lo que está sucediendo conmigo y en mí, aquí y ahora, sin miedo a que los demás puedan conocer la parte menos querida de mí. Es asumir mis errores y mis limitaciones del mismo modo que asumo mis éxitos y mis virtudes, dejando a un lado las justificaciones acerca de lo que se ha hecho o dejado de hacer, por el placer de vivir las experiencias y crecer con ellas.

LA ESCALERA DE LA AUTOESTIMA
Un interesante planteamiento para conocer y desarrollar la autoestima lo presenta Schuller (1981) a través de la llamada escalera de la autoestima que va en una sucesión de pasos desde el autoconocimiento que se refiere a conocerse a sí mismo, sus necesidades, limitaciones y habilidades, como actúa y siente, es decir todos sus elementos y la interacción de éstos en su personalidad. Dependiendo de este autoconocimiento el individuo logrará tener una personalidad fuerte y unificada o una personalidad débil y dividida. El siguiente nivel es el autoconcepto constituido por una serie de creencias acerca de sí mismo, que se manifiestan en su conducta. Si alguien se cree tonto actuará como tonto, si se cree inteligente o apto, actuará como tal. Sigue en ascendencia la autoevaluación, que consiste en la capacidad de evaluar las cosas como buenas para el individuo, si le satisfacen, si son interesantes, enriquecedoras, le hacen sentir bien, le permiten crecer y aprender o carecen de interés, le hacen daño y no le permiten crecer. Sigue el escalón de la autoaceptación, que es admitir y reconocer todas las partes de sí mismo como un hecho, como la forma de ser y sentir, ya que sólo a través de la aceptación se puede transformar lo que es susceptible a ello. El próximo nivel es el autorrespeto que va asociado a la atención y satisfacción de las propias necesidades y valores. Expresar y manejar en forma conveniente sentimientos y emociones, sin hacerse daño ni culparse. Buscar y valorar todo aquello que lo haga sentirse orgulloso de sí mismo. Finalmente se llega a la Autoestima que es la síntesis de los pasos anteriores. Si una persona se conoce y está consciente de sus cambios, crea su propia escala de valores y desarrolla sus capacidades, se acepta y se respeta, tendrá autoestima. Por el contrario si una persona no se conoce, tiene un concepto pobre de sí misma, no se acepta ni se respeta, entonces carecerá de autoestima.

Escalera de la Autoestima

VI. AUTOESTIMA
V. AUTORRESPETO
IV. AUTOACEPTACIÓN
III. AUTOEVALUACIÓN
II. AUTOCONCEPTO
I. AUTOCONTROL

EL SER VS. EL DEBER SER
Para cerrar con este tema de la autoestima es importante resaltar que en gran medida los problemas que generalmente inducen a su mal desarrollo, van asociados a los mandatos e imposiciones que desde muy pequeños vamos recibiendo de nuestros padres, maestros y el entorno social en general, que nos hacen cambiar de dirección de nuestro propio destino hacia el destino que los demás quieren para nosotros.

Si me empeño en ser lo que no soy por alguien que sólo es consecuencia de mis “debería ser”, lo más probable es que mi esfuerzo sea en vano, generando una frustración que puede terminar agotando mis deseos, energía y voluntad e incluso terminar encerrado en una severa depresión. De allí que uno de los grandes síntomas de la depresión sea precisamente una baja significativa de la autoestima. De manera que de lo que se trata es que nos manifestemos plenamente como somos y no como “deberíamos ser”. Es ser quien soy y no quien los demás quieren que sea. Dependiendo de cómo nos tratemos a nosotros mismos así nos tratarán los demás. De nosotros depende.

Quiero concluir citando a Virginia Satir (1989) quien enuncia “Los Cinco Derechos” de las personas y que a continuación señalo:
1. Tengo derecho de ver y escuchar lo que hay aquí, en vez de lo que debería haber, hubo o habrá
2. Tengo derecho a decir lo que siento y pienso, en vez de lo que debería decir
3. Tengo derecho de sentir lo que siento, en vez de lo que debería sentir
4. Tengo derecho de pedir lo que desee, en vez de aguardar a que me den permiso
5. Tengo derecho a correr riesgos por propia cuenta, en vez de querer sólo lo seguro.

Una buena autoestima es la clave del desarrollo de toda persona, del bienestar, del éxito y de la satisfacción de vivir

la belleza física

LA BELLEZA FÍSICA Y EL SÍ MISMO


No cabe duda que lucir bien es un buen incentivo para las personas. Sin embargo,
los atributos físicos que se heredan, o los defectos que se adquieren a través del
devenir de la vida no siempre favorecen a la mayoría de las personas. 

Afortunadamente hoy hay muchas alternativas que posibilitan que tales atributos
se  puedan  ir  incorporando  y  muchas  veces  se  logran  cambios  bastante
interesantes  que  prácticamente  hasta  pueden  transformar  a  un  individuo de
pocos  o  limitados  atributos  en  una  esbelta  y  muy  atractiva  persona.

En la actualidad, puede considerarse una actividad de rutina el ingresar a un quirófano para embellecer la imagen corporal. Sin embargo, son muchos los elementos que deben considerarse a la hora de tomar la decisión, muy importante por supuesto será la escogencia de la institución o el profesional, pero no menos importante ha de ser las razones de peso que llevan a la persona a aceptar pasar por el proceso quirúrgico, ya que aunque pareciera obvio que la intención es agregar o corregir aspectos para lograr una mejor apariencia física, el resultado emocional pudiera ser muy negativo si los resultados obtenidos no concuerdan con los objetivos “secundarios” que están detrás de la decisión tomada.

Objetivos claros
Además del embellecimiento físico, el someterse a una cirugía estética también brinda a la persona la posibilidad de proporcionarle una imagen más adecuada y positiva, mejorarle su autoestima, otros aspectos de salud y, por lo tanto, su calidad de vida. De manera que, dados los avances modernos y existiendo la posibilidad, bien vale la pena para muchas personas pasar por ese proceso. Ahora, cuando hablo de beneficios “secundarios”, me quiero referir a esas intenciones que consciente o inconscientemente se esconden detrás de todo comportamiento humano. De allí la importancia de una sincera autoevaluación sobre los motivos que lo conducirán a la cirugía.

Si existe la expectativa que con el cambio físico resultante se logrará por ejemplo la recuperación del amor perdido, de ganar la competencia al amante de su pareja, de conseguir en cierto lapso una pareja, de la obtención de un empleo, u otras expectativas similares, la consecuencia emocional puede ser devastadora al no alcanzarse dicha o dichas expectativas. Mientras la cirugía estética sea un complemento para mejorar la imagen de la persona y no para ocultar la insatisfacción o la frustración que ésta tenga, seguramente será beneficiosa. Cuando la persona busca en la cirugía estética un complemento a su figura, los resultados suelen ser favorables. Distinto será si la persona, apoyándose en esta práctica trata de compensar alguna frustración, ya que las probabilidades la llevarán a mayores complicaciones en el ámbito emocional.

La imagen de sí mismo o Autoimagen
¿Qué hace que algunas personas, después de una operación de cirugía plástica, siguen comportándose como si mantuvieran los mismos problemas de estética, los mismos defectos o conservaran las mismas cicatrices?. Evidentemente, aquí el problema va mucho más allá del mero cambio físico. Puede que se trate más de un gran problema de autoestima o del marco de creencias que la persona tiene sobre sí misma.
Cuando la imagen de sí mismo y la autovaloración de una persona dependen del peso corporal o de de sus formas, las conductas obsesivas suelen ser el resultado, surgen entonces problemas como la bulimia o la anorexia, o el permanente tratamiento quirúrgico de embellecimiento, que ya no tiene que ver con la realidad de su apariencia ante los demás, sino con el verdadero problema de cómo se ve a sí misma, alterando en consecuencia tanto su salud mental y emocional como la de sus seres queridos que ven con impotencia el problema de la persona.

De allí la importancia de la autoimagen, que no es otra cosa que el conjunto de creencias u opiniones que la persona tiene de sí mismo, de cómo se ve como persona, cómo percibe sus características y atributos (su autoimagen real), de cómo de gustaría verse (su autoimagen ideal), o cómo cree que es en función de las opiniones de los demás (su autoimagen social).
Por supuesto esta autoimagen, no sólo tiene que ver con el aspecto físico, sino con el aspecto holístico de la persona.

La idea siempre debe ser sentirse bien con uno mismo. Obviamente, una cirugía estética debe redundar en una mejor apariencia física, sin embargo, cuando las personas acceden a las cirugías estéticas buscando con lo externo eliminar conflictos internos, la situación suele complicarse, pues el conflicto no desaparece con el cambio físico. Por el contrario pueden aparecer problemas mayores como la obsesión, la depresión y otros trastornos emocionales.

La armonía mente – cuerpo
Seguramente estamos acostumbrados a escuchar que mente y cuerpo son esenciales para una buena salud integral. Yo me inclino más a la tesis que nos presenta ante el mundo como la sumatoria de cuatro “cuerpos”, a saber, un cuerpo físico que es el que mostramos ante un espejo, el que expresa la salud física o en su defecto la enfermedad, un cuerpo mental, que contiene nuestros pensamientos y manera de pensar, un cuerpo emocional, responsable de cómo enfrentamos y nos comportamos ante las emociones que vivimos, aspecto que se considera básico en la inteligencia emocional y por último, un cuerpo espiritual o energético, que nos conecta con la energía de la vida y todos sus elementos.

Estos cuatro cuerpos trabajan como un sistema en la salud integral de toda persona, y por supuesto una alteración en cualquiera de ellos, alterará el sistema total. De manera que no cabe duda que todo lo que hagamos para mejorar nuestro cuerpo físico, irá igualmente en beneficio del sistema total y por ello será importante todo lo que se pueda hacer a su favor. No obstante, es necesario que en forma paralela también se dedique atención a la revisión de los otros componentes del sistema, tanto a nuestros pensamientos y el manejo de las emociones, como a la alimentación espiritual.

Lograr y mantener el cambio
Vale también destacar que un esfuerzo de mejora física se puede perder si no se cambian algunos hábitos de vida. Desear estar sano no es lo mismo que estar dispuesto a adoptar un estilo de vida más saludable, y tampoco es lo mismo tener buena voluntad para adoptar nuevos hábitos que ser capaz de practicarlos. Dado que los hábitos son patrones de comportamiento instalados es probable que se requiera ayuda para pasar de los deseos a la práctica y establecer nuevas pautas de comportamiento, ya se trate de establecer una rutina sencilla de ejercicios, comer sano, aprender a manejar el estrés, o un cambio de hábitos más complejos como alejarse de las drogas, dejar de fumar o limitar el consumo de alcohol.

Con la ayuda psicoterapéutica, más específicamente con la aplicación de técnicas desarrolladas en Programación Neurolingüística (PNL) se puede ayudar a la persona a descubrir mecanismos internos que bloquean el cambio de un hábito, que hacen que la persona tenga una autoimagen distorsionada y una baja autoestima y a definir las estrategias para mejorar la autoimagen y desarrollar nuevos hábitos de comportamiento, algunas veces con ejercicios sencillos de cambios en la manera de percibirse a sí mismo, sean estos visuales, auditivos o kinestésicos y otras veces trabajando con los valores personales o profundizando en el cambio del marco referencial de creencias de la persona.

Recordemos que toda persona tiene una imagen mental de cómo cree que es. Esta imagen, que suele ser visual puede estar acompañada de otros componentes sensoriales, tales como mensajes que se manifiestan como voces internas o sensaciones físicas. Si esta autoimagen resulta funcional, facilitará la activación de los recursos necesarios para sentirnos bien y tomar buenas decisiones. Si es disfuncional, se puede cambiar u optimizar con la ayuda respectiva. Lo importante siempre será aprovechar al máximo y en congruencia todo aquello que estemos dispuestos a mejorar para dar la mejor calidad de vida a nuestra existencia

cuidado corporal y salud mental



EL CUIDADO CORPORAL Y LA SALUD MENTAL

Para nadie es un secreto que lo que está ocurriendo con nuestra mente se verá reflejado en nuestro cuerpo. Cada vez hay más investigaciones que demuestran científicamente la característica holística del ser humano, lo que significa que somos un ente único e indivisible que responde con todo su ser ante las situaciones que la vida le depara. De allí que sea prácticamente imposible evitar que emociones o pensamientos incidan directamente sobre la salud y el cuerpo físico, al mismo tiempo que es imposible separar el efecto en la salud mental y emocional que ha de generar el estado y las condiciones físicas de una persona.


Entendiendo esta característica holística, entonces es importante destacar que el proceso para propiciar una salud integral debe englobar tanto el cuidado y promoción de eventos dirigidos al sano manejo de nuestras emociones, como la atención y dedicación que debemos dar a nuestro cuerpo.

Con esto quiero destacar que todo aquello que podamos hacer en beneficio de nuestro cuerpo físico, bien sea en pro de mejorar la belleza, tonificar los músculos, hasta el sólo placer de sentir y disfrutar de un buen descanso corporal, va a redundar en un estímulo positivo a nuestra salud mental y equilibrio emocional.

HONRA TU CUERPO
El mensaje es claro, se trata entonces que para una salud mental y emocional, hay que darle al cuerpo la importancia que tiene y esto hay que entenderlo desde una perspectiva integral, que ha de englobar una alimentación sana y disciplinada, un espacio para el ejercicio físico, una adecuada atención a la estética y belleza física y por supuesto un tiempo para la relajación y el descanso.
De nada vale, una inversión en una liposucción si no corregimos el hábito de alimentación. Muy poco ayuda el ejercicio físico si no presto atención a mi estética. Hacer una dieta sacrificada y no poner en movimiento los músculos probablemente deje una fea flacidez corporal. De manera que hablar de honrar el cuerpo es honrarlo en todo su ser, no ayudarlo por una parte, mientras que por otra lo destruyo. Aunque suene algo gastado, no hay duda que “para tener una mente sana necesitamos un cuerpo sano”.

La alimentación:
La manera como nos alimentamos responde a un aprendizaje inconsciente que hemos transformado en hábito, como la mayoría de los actos que realizamos. Por ejemplo, no puedo dejar de comer hasta que el plato esté completamente vacío, aunque ya haya saciado el hambre. Esto puede ser un aprendizaje en respuesta a un mandato recibido reiteradamente de niño como “dejar comida es un pecado”. O el acto inconsciente de vivir “picando” todo el día y después afirmar convencido que “casi no como”.
No se trata aquí de determinar qué y en qué cantidades comer. Por supuesto es muy importante crear conciencia del tipo y cantidad de alimento que ingerimos y procurarnos de una alimentación sana y balanceada, para lo cual podemos guiarnos por un especialista en nutrición. Lo que si quisiera resaltar aquí es el Cómo lo hacemos, cuáles son nuestras creencias acerca de las comidas y bebidas, cómo es el tiempo que dedico al momento de comer y el desarrollo de patrones alimentarios, es decir, la manera de ejecutar esta actividad.
Es importante que el momento de comer se haga sin apuros, en el lugar adecuado y en perfecta armonía. Se ha de tratar en todo lo posible de evitar comer en un ambiente estresante, oyendo o viendo noticias desagradables, de pié con una “bala fría” porque no alcanza el tiempo, en el mismo escritorio donde trabajamos, etc. Mientras comemos debemos estar concentrados primordialmente en la comida y en el acto mismo de comer y disfrutar de ese acto como un ritual que merece respeto.

El ejercicio:
Frecuentemente aparecen más y más estudios que determinan que el sedentarismo es sinónimo de enfermedad, para algunos, tan dañino como el consumo de sustancias tóxicas como el cigarrillo o el alcohol en exceso. El ejercicio es por sí sólo una excelente terapia para el Sistema Nervioso. Sin embargo, muchos lo dejan de un lado considerando que es muy grande el esfuerzo que han de hacer, que el tiempo no les alcanza, o innumerables excusas asociadas al hecho de ver al ejercicio como una obligación y no como un disfrute y un cariño a ese templo que llamamos Cuerpo.
Hacer ejercicio no es necesariamente pertenecer a un gimnasio o dedicarse a una actividad forzada y agotadora. Se trata de poner al cuerpo en movimiento, y para ello basta con caminar, pero disfrutando ese caminar. No es “yo hago mucho ejercicio porque mi trabajo es caminar” o “porque me voy a pié a mi trabajo”. Es darse por entero a ese momento con la conexión mente cuerpo y la sensación de su bienestar. Es disfrutar el momento sin abusar del cuerpo físico. Si resulta incómodo el caminar hay alternativas igualmente saludables como hacer bailoterapia, nadar, practicar yoga o Tai chi.

Un espacio para la estética:
No cabe duda que la belleza exterior es un reflejo de una salud interior tanto física como emocional. Nuestra salud y belleza están ligadas. No se puede criticar a una mujer porque desea subir su busto, hacerse una cirugía para corregir o mejorar alguna parte de su cuerpo. Todo lo contrario si el efecto tiende a darle un auge a su autoestima en una sociedad donde la belleza juega un papel importantísimo.
Factores que vienen desde el nacimiento, el clima, la mala alimentación, el tipo de piel, van a incidir en la belleza física. Sin embargo hoy existen una gran cantidad de alternativas que están al alcance de la mayoría de las personas y que pueden ser utilizadas con el objeto de mejorar la apariencia física. Si bien es cierto que muchas opciones pueden resultar muy costosas, no es menos cierto que hay opciones para todos los estratos.
Cuando se habla de estética no necesariamente hay que referirse a la cirugía. Se trata también del cuidado de la piel, los dientes, el modo de vestir, los detalles, etc.
Para nadie es un secreto el proceso psicológico que enfrenta un adolescente que ve como su cara se deteriora como consecuencia del acné. Problema que muchas veces le deja marcas no solo físicas sino severos trastornos emocionales. De igual manera se puede captar el cambio positivo en un adolescente o adulto que corrige una deformación en sus dientes o que mejora su estilo de vestir.
No importa el sexo, la edad o el rol que se desempeñe, el cuidado de la apariencia física siempre jugará un papel importante en la autoimagen y la autoestima.

La relajación y el descanso:
El estilo de vida moderno, cargado de tensiones y presiones pone estrés en nuestro cuerpo y mente, y precisamente el estrés es una de las principales causas de los problemas de salud, siendo incluso por sí mismo generador de múltiples enfermedades por alteración del Sistema Inmunológico. Algunas personas se acostumbran a mantener tal estado de tensión que ni siquiera son capaces de pensar que pueden hacer actividades que rebajen esas tensiones y le devuelvan la tranquilidad, o ven como modas o actividades sin sentido muchas de la variedad de alternativas que existen para darle al cuerpo su merecido descanso.
Siempre corriendo, siempre con prisa, siempre haciendo algo y a veces muchas cosas a la vez, “peleando con el tiempo”, resolviendo los problemas en el trabajo, en la casa, etc. Sin darnos cuenta que de esta manera acortamos la vida. Que el impacto en la salud física y mental es muy alto y que el cuerpo pronto empezará a pasar la factura.
Cuando se mantiene la vida bajo estrés es difícil concentrarse, la ansiedad aumenta, nos volvemos irritables. También desperdiciamos nuestra energía porque los músculos al estar más tensos usan más energía. Vale la pena detenerse un poco y ver qué tiempo le damos al descanso, cuántas horas se duermen.
Hay muchas maneras de darle al cuerpo un trato que redunde en una mejor tranquilidad emocional. Por supuesto hay que dormir el tiempo suficiente que permita la recuperación de la energía luego de un día de actividad. Es cada vez más reiterado los beneficios que otorgan unos minutos diarios para meditar o sencillamente relajarse haciendo una desconexión con las responsabilidades rutinarias. O el inmenso placer que da al cuerpo y la mente un agradable masaje terapéutico. Estas actividades de dedicación al descanso y a la caricia mental y corporal, generan efectos positivos tanto a nivel físico como mental.

Por último y tan importante como los aspectos mencionados están el placer y el disfrute de hacer estas actividades. Con el entusiasmo del amor a sí mismo, no es comer por comer, hacer ejercicios porque me lo manda el doctor, mejorar mi apariencia porque mi pareja me está dejando de querer o darle el descanso o el cariño a nuestro cuerpo porque los dolores corporales ya no los soportamos. La esencia está en disfrutarlos con todos los sentidos y la firme creencia que todo lo que hacemos por nuestro cuerpo y nuestra mente es porque así lo merecemos.